Newsletter Nº 5 – Octubre 2020

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Amigos de la Asociación Argentina de Psicología Realista “Ecce Homo”:

Seguimos trabajando desde nuestra Asociación. Les comentamos algunas novedades:
• Estamos comenzando a trabajar ya sobre los dos proyectos de investigación, comenzando a discutir las hipótesis y preparando los pasos a seguir en el 2021. Les recordamos las temáticas de ambos proyectos: el primero «Metacognición y ansiedad”, dirigido por el Licenciado Lucas Distel y con un equipo de investigación de, hasta ahora, 5 personas entre estudiantes y graduados en psicología; el segundo se titula «Palabra y catarsis», está dirigido por el Doctor Jordán Abud y cuenta, hasta el momento, con 6 integrantes. Todos los interesados en participar de cualquiera de estos proyectos pueden comunicarse al: 3434638557.
•Los seguimos invitando a visitar nuestro sitio web donde encontrarán material bibliográfico y audiovisual sobre los temas que nos convocan, y también a nuestra Página de Facebook, donde nos podemos comunicar de modo más inmediato y donde podrán encontrar publicaciones de sobre nuestros temas de interés. Pueden buscarla como: Asociación Argentina de Psicología Realista.
•Por razones de público conocimiento oficializamos por este medio la postergación para el primer semestre del año próximo, de nuestro 3° Congreso, previsto inicialmente para el mes de noviembre en la ciudad de Paraná. Estaremos informando oportunamente acerca de los detalles de la nueva fecha.
Para el mes de noviembre hemos planeado una actividad sustituta que consideramos de gran interés y a la que los invitamos a participar. Se trata de un Ciclo de Conversaciones con el Dr. Mario Caponnetto. Haciendo uso de las tecnologías disponibles al día de hoy, el presidente y el vicepresidente de Ecce Homo dialogarán con el maestro Caponnetto sobre diversos temas de interés para nuestra condición de católicos dedicados a la psicología. Este ciclo se realizará en las siguientes fechas: 26 de Octubre (20:30hs.), 3 de Noviembre (20hs.) y 10 de Noviembre (20hs.); y se transmitirán por el Canal de Youtube Cultura Católica. Adjuntamos en imagen el temario de cada entrevista.
•Por último, dejamos a continuación el nuevo newsletter titulado «Psicología y Gracia” en el que una miembro de nuestro comité, la Dra. María Teresa Gargiulo, reflexiona sobre un tema fundamental de nuestra labor.

Quedando a disposición, saludamos cordialmente,

Dr. Jordán Abud – Presidente
Dr. Santiago Vázquez – Vicepresidente

Psicología y Gracia

Dra. María Teresa Gargiulo

 

Una psicología cristiana es aquella que reconoce a Cristo como el verdadero médico de las almas. Él es principio originario y fundante del proceso de cura del alma humana. Dicho en otros términos, la cura de las afecciones psicopatológicas tanto como la realización espiritual del hombre pueden realizarse no por las solas facultades naturales del hombre sino por éstas auxiliadas por la gracia”.  “Sin Mí nada podéis hacer” (Juan 15, 5)- dice el Señor a sus discípulos.

Una psicología cristiana y una psicoterapia que se fundamente en ella, no reconocen un ámbito de desarrollo autónomo, natural e independiente de la gracia –que hoy podríamos reconocer como el campo de las dinámicas psicológicas–. Cristo también es fuente de sanación de estas dinámicas. Los padres de la Iglesia nunca establecieron relaciones pendulares y dialécticas entre el operar de la gracia y la ascesis, entre el operar sanante del Espíritu y las leyes inmanentes de la naturaleza. La práctica de la ascesis y la cura de las pasiones están sostenidas por la misma acción de la gracia.

Tomas de Aquino recogiendo esta larga tradición patrística y comentando el citado versículo de San Juan, escribe:

Nuestras obras o son por virtud de la naturaleza o proceden de la gracia divina. Si es por virtud de la naturaleza, dado que todos los movimientos de la naturaleza son por el mismo Verbo de Dios, ninguna naturaleza que haga mover algo puede hacerlo sin el mismo Verbo de Dios. En cambio, si es por virtud de la gracia, puesto que el mismo Verbo de Dios es el autor de la gracias porque como se dijo antes, en el capítulo 1, versículo 17, la gracia y la verdad han sido hechas por Cristo, es manifiesto que sin Él ninguna obra meritoria puede ser hecha (Super Ioannem, 15, lectio 1).

Ahora bien, –y esto es importante subrayarlo–  en el seno del proyecto de construir una psicología cristiana puede coexistir el peligro de adoptar posiciones psicologicistas o espiritualistas ante la gracia. Mientras el psicologicista niega el poder transformador de la gracia, el espiritualista introduce, de un modo u otro, un operar arbitrario y cuasi-mágico en el orden de la gracia.

Frente a los modelos espiritualistas de psicoterapia que desconocen la naturaleza propia de los dinamismos del psiquismo humano y son cultores de una concepción mágica de la gracia, es necesario renovar el esfuerzo de los padres de la Iglesia –particularmente, el del primer monacato cristiano– de rechazar toda concepción mágica de la gracia. Los primeros padres estuvieron interesados en revelar las dinámicas curativas de la gracia en el operar inmanente de las partes del alma.  Así como el Tentador se vale de la dinámica psíquica del alma caída para proponer sus palabras de perdición, los padres se esforzaron en escudriñar los modos apropiados para desatar las pasiones y estructuras cognitivas que obstaculizan el obrar del Espíritu. En este sentido, reconocían la gracia como una fuerza divina específica, mas entendían que no hay contradicción alguna entre las leyes inmanentes de la naturaleza y las leyes a las que atiende la gracia.

La gracia no suspende el curso natural de las dinámicas psicológicas. Cuando la gracia opera en el alma no lo hace violentando la habitual serie causal que existe en las dinámicas de las potencias humanas. Ciertamente existen los milagros. Dios es el dueño de nuestros mundos interiores y sus caminos son insondables. Pero algo muy distinto es automatizar la acción de la gracia y concebir su acción a modo de un hechizo o encantamiento que invalida el obrar propio de las potencias del alma.

La gracia actúa en las potencias del alma humana según el orden que el mismo Creador ha inscripto en ella; aunque las dispone a un fin más alto que no es otro sino el de alcanzar la beatitud del alma. La gracia divina no opera en el alma mágicamente, es decir, según un orden arbitrario. Se adapta plenamente a la naturaleza humana y actúa en conformidad con ella, pero ciertamente según unos principios que son superiores (sobrenaturales) a ella.

Los sacerdotes que proponen los auxilios de la religión –sean los sacramentos, la oración, o las vivencias espirituales– como los auxilios exclusivos para conseguir, por ejemplo, la curación de  un neurótico, podrían estar adoptando una posición espiritualista. A título ilustrativo podríamos citar aquí el caso del sacramento de la penitencia el cual produce la gracia de la absolución y borra en el alma del penitente toda culpabilidad. Ahora bien, si la práctica de la confesión no produce el alivio y la paz interior en un escrupuloso no es porque la gracia de la confesión no haya sido eficaz sino porque existen en el neurótico estructuras de pensamiento que no le dejan posibilidad alguna de saborear la paz interior, y de reconocer que, después del perdón de Dios, ya no son culpables. Y para sanar esta herida, no es necesario que recurra a nuevas y repetidas confesiones. El fiel ya ha sido perdonado. En esta instancia es necesario reconocer, corregir y modificar una serie de dinámicas cognitivo-emocionales de carácter psíquico.

Desde los padres en adelante, la Iglesia ha procurado bautizar la ciencia profana. Lo que hay de bueno y verdadero en una ciencia se le ha presentado al cristiano, a lo largo de la historia, como una verdadera hierofanía, es decir, como “algo sagrado que se nos muestra”. Pues lo divino también se hace ostensible en el estudio racional del universo. La Divinidad ordena el cosmos según los designios de su razón. En línea con ello,  la tarea de la Asociación Ecce Homo no es sino dirigir los inmensos caudales de conocimientos filosóficos, espirituales y médicos del que es heredera la psicología moderna, al servicio del ministerio médico de Cristo. Después de todo, despreciar este conocimiento significaría ignorar el esfuerzo humano por descifrar el orden que Dios ha dispuesto en las dinámicas psíquicas para responder a los insondables designios de su gracia.